El profesor de Psicobiología de la Universidad de Valencia, José
Miñarro, experto en este campo, explica en una entrevista a Efe que
«desde el punto de vista biológico hombres y mujeres son diferentes, y
por ello es lógico que los efectos que las drogas producen en nuestro
sistema nervioso central sean también diferentes», y a ello, hay que
sumar, el factor sociocultural que anima al consumo.
Miñarro, que ha participado en el ciclo «Hombres contra mujeres.
Cerebro e inteligencia», organizado por el Museo Cosmocaixa de
Barcelona, afirma que el principal sistema neurobiológico que responde
ante las drogas es el sistema dopaminérgico, que es sexualmente
dimórfico, es decir, que se comporta de forma desigual según géneros.
Además, las hormonas gonadales parecen ejercer un «efecto modulador»
sobre los sistemas que median en la conducta del consumo de drogas, en
especial la progesterona y el estradiol. Esta última tiene una relación
indirecta en la liberación de la dopamina, el neurotransmisor que
provoca el efecto reforzante de las drogas, y que es mayor en las
mujeres.
Es decir, las hembras se acuerdan más del placer que les provoca
estas sustancias, debido a que su nivel de dopamina es mayor que en los
machos, un circuito con el que están relacionados todos los estímulos
placenteros: comer, beber, practicar el sexo, lo que causa problemas en
el tratamiento de las adicciones.
Las encuestas de distintos organismos oficiales apuntan que la edad
del primer contacto con estas sustancias se sitúa en la adolescencia,
entre los 13 y los 15 años, periodo en el que el consumo de tabaco,
alcohol o cannabis es similar entre ambos sexos -incluso el porcentaje
de mujeres consumidoras es más alto-, aunque luego el porcentaje entre
los varones es claramente superior.
Los estudios clínicos hechos tanto con humanos como en animales,
demuestran, no obstante, que las mujeres son más «vulnerables» a todas
las drogas, no sólo por que los daños crónicos que les causan son más
severos, o por el hecho de que estas sustancias les sienten peor, sino
porque además las hembras necesitan menos exposición para hacerse
adictas a los estimulantes.
Miñarro, especialista sobre todo en comportamiento animal, explica,
por ejemplo, que los roedores hembras adquieren mucho más rápidamente
la autoadministración de cocaína, y que las dosis que se administran
son mayores, posiblemente a consecuencia de las hormonas.
Para este experto, si las mujeres tienen una menor prevalencia de
consumo, es precisamente porque les sientan mal desde el punto de vista
físico.
Otras sustancias como el MDMA -base de las drogas de síntesis-
también se ha comprobado que provoca alteraciones físicas y psíquicas
más evidentes en las mujeres que en los hombres, y sus efectos
neurotóxicos parece que son más pronunciados.
Así, Miñarro explica que según varios estudios, el consumo de drogas
genera mayores cuadros de depresión y esquizofrenia en las mujeres y
les induce más al suicidio que a los varones, con una relación de 3 a
10 intentos, proporción que aumenta cuando hay policonsumo.