«Toxoplasmosis, demencia, sida, neumonía,…. Madre de tres hijos, uno
muerto y dos dados en adopción. Prostituta. Cinco años en prisión.
Indomiciliada y sin familia». Es la ficha médica y vital de una de las
once enfermas terminales de sida acogida en la casa Miguel Ruiz de
Temiño, que gestiona la ONG Aclad en colaboración con las Hijas de la
Caridad desde hace catorce años. Por ella han pasado más de 240
personas en este tiempo, de las que 42 murieron allí.
Son personas que merecen una muerte digna y aquí reciben
los cuidados paliativos que necesitan porque si estuvieran en la calle
se morirían en tres días solos y desamparados», explica la presidenta
de la organización de ayuda al drogodependiente (Aclad), María
Gutiérrez.
La casa de acogida, fundada en 1996, acaba de recibir su
subvención anual por parte de la Dirección General de Salud Pública por
un importe de 190.000 euros. «Es un dinero que nos viene del cielo
porque estábamos atravesando una mala situación económica», reconoce su
responsable, quien anuncia su intención de realizar «una campaña
popular para recaudar más fondos y poder seguir atendiendo a las
personas que nos necesitan».
La supervivencia de este recurso está ahora garantizada
y en el hogar de acogida podrán pasar sus últimos días muchos de sus
diez pacientes actuales. Cuatro más están en lista de espera y una
mujer ingresará en ella la semana que viene.
«Son enfermos terminales que, en su mayoría, vienen
derivados de los hospitales o de la prisión y aquí reciben los cuidados
que necesitan», aclara la directora de la casa, la hermana Lourdes,
antes de destacar que «la mayoría no son conscientes de su situación y
llevan una vida muy desordenada». La religiosa concreta aún más: «Aquí
les alimentamos, les cuidamos y les damos cariño porque si no estarían
en la calle en cuanto recibieran el tratamiento de turno en el
hospital».
Once personas trabajan en la actualidad en la casa de
acogida con el apoyo de una cuadrilla de voluntarios, incluidos
médicos, monitores, psicólogos,… «Creemos que es un recurso muy
barato teniendo en cuenta que aquí trabajamos las 24 horas del día y
los 365 días del año por un coste muy inferior al de una cama en un
hospital o en una residencia como el Benito Menni», defiende el segundo
de a bordo de la organización Aclad, Luis Iglesias.
Los pacientes tienen muchas enfermedades asociadas y si
no estuvieran allí estarían saliendo y entrando continuamente en los
hospitales. De ahí que médicos como Pablo
Bachiller, del Río Hortega, estudien la posibilidad de instalar en la
casa «dos camas medicalizadas». El doctor valora el recurso de Aclad
como la mejor salida para los enfermos de sida que dejan el hospital.
«Son personas que merecen una muerte digna y aquí reciben los cuidados paliativos que necesitan para no morir en la calle»