En las últimas semanas, el éxtasis o MDMA ha sido objeto de una fuerte polémica en Reino Unido entre los científicos y el Gobierno sobre su peligrosidad real. Por una parte, los expertos del Consejo sobre Abuso de Drogas, que asesoran al Gobierno británico en materia de estupefacientes, consideran que, a la luz de la evidencia científica disponible, esta sustancia, ampliamente utilizada con fines recreativos en discotecas y fiestas rave, no debe seguir estando clasificada legalmente como hasta ahora.
El éxtasis es en Reino Unido una droga de clase A, una clasificación que recoge las sustancias más peligrosas, como la cocaína o la heroína. Los científicos creen ahora que debe incluirse en la clase B, que recoge otras menos nocivas como las anfetaminas. Sin embargo, la responsable de Interior, Jacqui Smith, ya ha dejado claro que no piensa seguir el consejo de los científicos para no enviar un “mensaje equivocado” a los jóvenes sobre los peligros de las drogas.
Aunque sigue habiendo dudas sobre los efectos del abuso continuado de esta sustancia,que tuvo en España su época dorada en los años de la ruta del bakalao, en los noventa los numerosos estudios científicos realizados revelan que, “a diferencia de lo que ocurre con las anfetaminas y la cocaína, hay escasas evidencias de que el éxtasis provoque dependencia a largo plazo”, señalan en su informe los científicos.
Tampoco existen suficientes datos que indiquen que la sustancia dañe al cerebro, más allá de las ligeras pérdidas de memoria que suelen padecerlas personas que más éxtasis toman. “Los consumidores que llamamos duros desarrollan ligeros déficits de memo-ria que ni siquiera se pueden considerar patológicos y que además pueden recuperarse”, explica el especialista Juan Carlos Bouso, del Centro de Investigación de Medicamentos del Hospital de Sant Pau deBarcelona, que cree que desde que se generalizó el uso de esta droga “se ha generado un imaginario colectivo” que ha exagerado sus riesgos reales.
En cualquier caso, los riesgos existen, aunque se derivan principalmente del uso del éxtasis con otras drogas como la cocaína, del aumento de la presión arterial y la frecuencia cardiaca asociada a la sustancia y también al propio comportamiento de los consumidores que, sujetos a la sensación de euforia típica del éxtasis, bailar sin parar durante horas.
De hecho, las muertes relacionadas con el consumo de éxtasis se deben, en casi todos los casos, a golpes de calor sufridos por consumidores que no se hidratan de forma suficiente cuando bailan o que están en discotecas con temperaturas elevadas y sufren un fallo en su mecanismo de termorregulación, explica Rosario Moratalla, del Instituto Cajal del CSIC.
Según los últimos datos, de 2005, del Ministerio de Sanidad, el éxtasis está presente en el 0,4% de los fallecidos por reacción aguda alas drogas en España.Peligro de muerte neuronal
Para Moratalla, que estudia desde hace años en modelos animales el efecto de esta droga en el cerebro, es indudable que se trata de una sustancia que, con el uso repetido, provoca neurotoxicidad (muerte neuronal) y dependencia, como se ha comprobado en ensayos con ratones y ratas.
“En la mayoría de los casos, las drogas similares afectan a los axones (prolongaciones de las neuronas), pero el consumo de éxtasis puede afectar también al cuerpo neuronal, y cuando una neurona se pierde ya no se regenera”, explica.
Bouso, por su parte, cree que los trabajos con ratas no pueden extrapolarse todavía al ser humano porque los animales de laboratorio suelen recibir “dosis masivas” de droga, mientras que los consumidores, por la alta tolerancia de la sustancia, suelen abandonar el consumo de éxtasis y pasar otras drogas, o combinarla con otros estupefacientes como la cocaína al cabo de uno o dos años de consumo continuado.
En cuanto a la mortalidad asociada a esta sustancia, afirma que es de un caso por 1,5 millones de dosis, “por debajo del riesgo de fármacos comunes como la aspirina o el paracetamol”.
La polémica sigue encima de la mesa, aunque, según señalaba en un editorial reciente la revista médica The Lancet, la decisión del Ejecutivo británico de “ignorar” la recomendación de los científicos por factores políticos y morales “no enviará el mensaje correcto a los jóvenes y sólo conseguirá minar la efectividad de los mensajes de las autoridades sanitarias sobre todas las drogas, ya se trate del éxtasis o de sustancias legales como el alcohol o el tabaco”.