21 junio 2009
El 67 por ciento de los costes generados por el consumo de drogas son indirectos

Los factores que hay que tener en cuenta al evaluar las acciones de salud son más de los que se piensa: «No sólo los costes sanitarios son importantes, aunque es a los que suele darse más relevancia», ha afirmado Berta Rivera, de la Universidad de La Coruña, que ha participado en la elaboración de un estudio sobre el impacto económico del consumo de drogas ilegales.


Realizado por encargo de la Xunta de Galicia, el trabajo analizó los gastos generados por más de 10.000 pacientes de la red pública de asistencia a drogodependientes, encontrando que el 67 por ciento de los costes son indirectos.Así, mientras que el gasto sanitario oscilaba entre los 42 y los 47 millones de euros, los costes indirectos ascendían a unos 87 millones, y eso «utilizando criterios conservadores y sin incluir partidas de coste sobre las que no hay información».

Pero los hábitos no saludables pueden aprovecharse para generar retornos. Según Ángel López Nicolás, de la Universidad Politécnica de Cartagena, «hay un cuerpo de teoría económica y evidencia econométrica que refrenda que para alinear la política fiscal con los objetivos de salud pública se debe proseguir con la subida del nivel impositivo del tabaco».

Incrementar su precio reduce el consumo, pero no es el único -ni el principal factor influyente en este sentido. Según un trabajo presentado por Jaime Pinilla, de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria, el principal desencadenante del abandono del hábito tabáquico es la comorbilidad: «El diagnóstico de una enfermedad relacionada con el consumo de sustancias tóxicas incrementa las posibilidades de abandono, aunque en diferente medida.

Así, el asma, la bronquitis crónica y el enfisema aumentan este índice en un 30 por ciento, mientras que la patología cardiaca lo hace un 102 por ciento». Lo mismo sucede con el alcohol: el aumento de los abandonos provocado por el diagnóstico de HTA ronda el 50 por ciento, cifra que se queda pequeña frente al más de 500 por ciento de influencia que tiene la cirrosis hepática.

Ana Gil, de la Universidad Autónoma de Madrid, ha aportado más razones para incidir en las campañas públicas para reducir el consumo del alcohol: «Hemos encontrado resultados bastante robustos que evidencian la hipótesis de que el consumo de alcohol repercute en los comportamientos sexuales de riesgo».

Así, el 36 por ciento de los hombres que afirman haber consumido tres o más bebidas alcohólicas un día durante la última semana han tenido relaciones de riesgo, frente al 20 por ciento de los que no beben, porcentajes que se convierten en 21 frente a 7 por ciento, respectivamente, en las mujeres