Entre el 50 y el 70 por ciento de las personas que consumen tabaco
poseen alguna patología alimentaria y presentan índices más altos los
pacientes con sintomatología bulímica. “Las personas con trastornos de
la alimentación solían fumar como método de control del apetito”,
asegura Fernando Fernández-Aranda, coordinador de este proyecto.
En cuanto a las drogas, el 25 por ciento de las personas con
trastornos alimenticios consume estas sustancias, mientras que la media
de la población denominada sana se encuentra en torno al 20 por ciento.
“El consumo de drogas se suele dar principalmente entre los jóvenes de
20 a 35 años. Estos valores se desprenden del estudio de esta franja de
edad, de ahí que las instituciones envíen campañas dirigidas a ellos”,
afirma el investigador.
Aquellas sustancias que podían influir en el peso y en el apetito
eran consumidas con mayor frecuencia por personas con trastornos
alimentarios, especialmente del subtipo bulímico. Las drogas más
consumidas son el cannabis (con un efecto desinhibidor, que provoca
mayor apetito y se da en mayor medida en trastornos como la bulimia
nerviosa) y la cocaína (a pesar de que esta crea un efecto contrario).
Respecto al alcohol, no se encontraron diferencias entre los
sujetos sanos y los que poseen algún tipo de desequilibrio en la
alimentación.
Además de España, han participado en este estudio Italia, Austria,
Reino Unido y Eslovenia. A la hora del consumo, las características
culturales influyen en estos ámbitos. Así, en la actualidad Reino
Unido, Italia y España son los países con más consumición de tabaco.
En cuanto al alcohol, Eslovenia y España presentan una mayor tasa;
y en las drogas, España es el país con menos adquisición de estas
sustancias, en el que sobresalen Reino Unido y Austria.
A la hora de identificar el tipo de droga consumida por el
paciente, el equipo clínico introdujo pautas que permitieron
identificar la naturaleza de las mismas diferenciando entre sustancias
legales –grupo en el que se enmarcan el alcohol y el tabaco– y las
sustancias psicoactivas, que se desglosaron en cuatro grupos: marihuana
(cannabis o hachís), estimulantes (cocaína, crack, anfetaminas o
speed), opiáceos, heroína y tranquilizantes (Valium, Librium…) y
otras drogas ilegales (como LSD, éxtasis, pegamento, entre otras).
En esta iniciativa, premiada en la categoría de Área Clínica
durante la II edición del Congreso Científicos del Ciberobn
participaron 1.664 personas. De éstas, 879 sufrían trastornos
alimentarios y los 785 restantes eran voluntarios totalmente sanos.
La mayoría de los pacientes con trastornos alimentarios que
participaron en el proyecto procedían de instituciones clínicas de los
cinco países participantes en el estudio, mientras una pequeña muestra
(20 por ciento) procedía de otros ámbitos comunitarios como la
publicidad u organizaciones de consumidores o cuidadores.