Del total de mujeres encuestadas, un 38,2% no bebía alcohol, un
32,8% bebía menos de cinco gramos de alcohol y un 20,1% bebía al menos
esa cantidad, y un 3% bebía 30 gramos por día o menos.
Los investigadores siguieron a estos grupos durante 13 años y comprobaron que todas ganaron progresivamente peso, pero en proporciones diferentes según los índices de alcohol consumido.
La cantidad de alcohol ingerido y el sobrepeso se relacionaban de
forma inversa, según el estudio, al observarse que a más alcohol, menos
peso se ganaba y que las mujeres abstemias fueron las que más peso acumularon con el paso de los años.
Un 41,3% del conjunto, 7.942 mujeres, padecía sobrepeso u obesidad,
pero aquéllas que consumían menos de 40 gramos al día de alcohol tenían
menos probabilidad de sufrirlo.
Además, el estudio concluye que aquéllas que bebían entre 15 y 30
gramos de alcohol al día tenían un 30% menos de riesgo de sobrepasar
los proporciones adecuadas sobre la báscula que las que no bebían nada.
Entre las bebidas alcohólicas estudiadas, se observó que el vino tinto es la que permite engordar menos.
«Las mujeres con peso normal y que consumen una cantidad de alcohol de baja a moderada pueden mantener sus hábitos sin ganar un peso excesivo», destacan los autores.
Pese a estos resultados, los autores del estudio advirtieron que
beber alcohol puede suponer «problemas médicos y psicosociales» y, por
lo tanto, la recomendación del uso de estas bebidas debe considerarse
de manera individualizada.
Por el momento, no hay investigaciones que prueben que el alcohol es
un factor de riesgo para la obesidad, pero es una sustancia que
engorda, pues contiene unas siete calorías por gramo.