Aunque la muestra analizada en España comprende sólo 16 billetes recogidos en Madrid yValencia, algunas de estas divisas acumulaban hasta 899 microgramos de droga.
Miguel de la Guardia, uno de los autores del estudio y profesor del departamento de Química Analítica de la Universidad de Valencia, asegura que la contaminación de los billetes no se limitaba sólo a los que habían estado en contacto directo con la droga, sino que esta se detectó “prácticamente en todos los que circulaban”.
Según el investigador, esto se debe a la contaminación cruzada que se produce al intercambiar billetes de mano a mano y también a través de las máquinas de de contar dinero de los bancos. Las concentraciones encontradas no suponen ningún peligro para la salud y son prácticamente imposibles de localizar por perros policía.
Por otro lado, De la Guardia afirma que ni los datos ni los métodos del estudio serían eficaces a la hora de rastrear el lugar del que procede la cocaína porque “en los billetes la droga ya viene mezclada con otras sustancias que hacen imposible determinar la sustanciade corte”, el elemento que puede llevar a los laboratorios donde se prepara la cocaína para el consumo.
También se recogen datos referentes a otros países. Estados Unidos tiene los billetes más contaminados del mundo, con dólares que en ocasiones superaban una concentración de 1.300 miligramos de cocaína, si bien esta cantidad varía considerablemente dependiendo del año y la ciudad.
En el polo opuesto está Irlanda, en la que la máxima concentración encontrada entre los 48 billetes analizados era de 0,576 microgramos. También son buenas lascifras de Suiza: de los 356 billetes de franco analizados, sólo el 6% estaban contaminados. Alemania tiene en sus billetes una concentración de cocaína cinco veces inferior a la de los euros españoles.
Según Miguel de la Guardia, estos datos demuestran que la cocaína “se ha enquistado en la sociedad española, y está hipotecando el desarrollo neuronal de toda una generación”, por lo que deberían realizarse mayores esfuerzos para reducir el consumo, así como acabar con la imagen glamurosa “que ofrecen de ellos los medios de comunicación”, en referencia a algunos programas de testimonios en los que los invitados hablan de su adicción como algo de escasa importancia “que pueden dejar cuando quieran”