29 abril 2009
Los drogodependientes tienen cerebros más viejos a causa de las drogas

jjj 

Expertos del banco de cerebros de la Facultad de Medicina del País
Vasco (UPV), en colaboración con la Universidad de Ginebra y el grupo
de Farmacología de la Universidad de las Islas Baleares, dirigido por
Jesús García Sevilla, han comenzado una investigación molecular para
conocer cómo la adicción a la heroína y a los opiáceos afecta al
cerebro humano


Expertos del banco de cerebros de la Facultad de Medicina del País
Vasco (UPV), en colaboración con la Universidad de Ginebra y el grupo
de Farmacología de la Universidad de las Islas Baleares, dirigido por
Jesús García Sevilla, han comenzado una investigación molecular para
conocer cómo la adicción a la heroína y a los opiáceos afecta al
cerebro humano.

Los investigadores, que guardan en grandes cámaras frigoríficas, a
80 grados bajo cero, más de mil muestras de sesos humanos para
investigar enfermedades mentales, han utilizado en esta ocasión
trocitos de cerebros de personas toxicómanas facilitadas por un
‘biobanco’ del cantón de Normandía.

Sus primeras conclusiones son claras. «Este tipo de sustancias pone
en marcha y acelera los mecanismos de muerte celular programada»,
afirma el catedrático de Farmacología de la UPV Javier Meana,
responsable del banco de cerebros.

«Las células cerebrales están
programadas para morir en un momento determinado. Al consumir drogas,
este proceso se acelera». La muerte temprana de las células del cerebro
se traduce en una mayor degeneración del individuo, aunque los
científicos aún no tienen claro cuáles son las consecuencias sobre el
comportamiento humano, ya que en ello influyen múltiples factores de
salud, sociales y medioambientales.

Los científicos de la UPV conservan más de mil muestras de cerebros
de otras tantas personas que han muerto de manera violenta para
estudiar las complejas causas de enfermedades mentales como la
esquizofrenia, la depresión y el trastorno bipolar. Las muestras
pertenecen tanto a enfermos mentales como a personas sanas, para poder
hacer comparaciones entre ellas.

«La metadona contribuye a deteriorar el cerebro de los drogadictos»
Los estudios de Javier Meana van más allá. A juicio del catedrático
de Farmacología, «igual tenemos que replantearnos a largo plazo el uso
de la metadona, porque está contribuyendo a envejecer el cerebro de los
toxicómanos». El experto sabe que su planteamiento es polémico y
reconoce los beneficios de este opioide sintético, cuyo uso ha sido
impulsado por las políticas gubernamentales contra la droga, con el
apoyo de los terapeutas y compañías farmacéuticas que la producen.

«La
metadona ha resuelto muchos problemas de los heroínamos, ha servido
para hacer frente al sida y a otras infecciones y para controlar las
adicciones, pero también es cierto que los cerebros de las personas que
la consumen están más deteriorados», concluye.