04 mayo 2010
Una ONG británica ofrece dinero a las personas drogodependientes que se esterilicen

Pagar a los drogadictos para que se esterilicen es abusivo y
está mal, afirman los críticos de una iniciativa que lleva a cabo una
organización sin fines de lucro, Proyecto prevención, en Estados Unidos y que ahora se
traslada al Reino Unido 


Según la BBC, si llamas a la línea directa de Proyecto Prevención es posible que
sea Barbara Harris, la fundadora de esta organización establecida en
Estados Unidos, la que responda en persona al teléfono.
Es una mujer cálida y vivaracha, abuela de
varios nietos, que tiene como objetivo regalar 300 dólares a tantas mujeres
adictas a las drogas y al alcohol como sea posible.

¿Cuál es el trato? Ellas reciben métodos de
contracepción a largo plazo o esterilización que les impida tener hijos,
los cuales -considera Bárbara- no son capaces o no quieren cuidar.

Financiada a través de donaciones privadas,
Proyecto Prevención es una organización sin ánimo de lucro.
Desde el momento en que inició sus actividades
en 1997, la organización ha pagado a 3.242 adictos, o clientes, como
ellos prefieren llamarlos.

La mayoría de ellas son mujeres. 1.226 de ellas
fueron esterilizadas de forma permanente. Aunque también hubo hombres:
35 recibieron vasectomías.

Para recibir el dinero, los clientes tienen que
demostrar que han sido arrestados en delitos relacionados con las drogas
o facilitar una carta de su médico en la que confirma que toman drogas.
Se requieren, además, documentos recientes para
probar que las personas han realizado efectivamente el tratamiento.

La motivación de Barbara Harris proviene de su
propia experiencia. Ella ha criado y adoptado a cuatro niños nacidos de
la misma madre drogadicta en Los Angeles. Su postura ha tenido una fuerte oposición. Sus
críticos, como el grupo estadounidense de Defensores Nacionales de las
Mujeres Embarazadas (NAPW en sus siglas en inglés), acusan a Barbara
Harris de hacer «propaganda peligrosa». Dicen que lo que hace el Proyecto Prevención es
ingeniería social, definiendo una categoría de personas, los adictos,
como incapaces de tener hijos.
Su plan ha sido comparado con la esterilización
eugenésica que se llevó a cabo en Estados Unidos durante los años 30, o
el programa eugenésico nazi, que condujo a la exterminación de judíos,
la muerte de muchos gitanos, discapacitados mentales y homosexuales.

Estas comparaciones son descalificadas por
Harris, quien dice que esas críticas no le preocupan.
«No me importa. Haré lo que sea necesario para
evitar que los bebés sufran. Mi corazón está con los niños. No creo que
nadie tenga derecho a imponer su adicción a otro ser humano».

También se le acusa de ser racista, al dirigir sus campañas
promocionales -sobre todo- a comunidades negras de escasos recursos
económicos. Ella responde diciendo que es irónico, puesto que está
casada con un hombre negro.
«Tengo una gran familia y soy la única blanca en
mi grupo familiar. Tenemos 10 hijos y son todos negros, algunos son
multiraciales. Para mí, esto no tiene nada que ver con la raza»,
argumenta.
Y, de acuerdo con sus propias cifras que no han
sido validadas por otras organizaciones independientes, más de la mitad
de los clientes de Proyecto Prevención son blancos.

Ofrecer dinero a adictos no es una solución,
dicen otros críticos. Barbara reconoce que probablemente el dinero que
ella les paga se gastará en más drogas.
Entonces, ¿por qué no utilizar estos mismos
recursos y tratar de presionar para lograr que las mujeres no caigan en
las drogas, o que sigan tratamientos mejores que los que existentes una
vez que comienzan a drogarse?
«Hago una encuesta cada vez que alguien sigue un
programa. La mayoría de ellas comenzaron a consumir drogas cuando
tenían 11, 12, 13 años. Y todas han estado tomando y dejando programas
de tratamiento. Lo intentan y vuelven a caer, lo vuelven a intentar y
vuelven a dejarlo».

«La gente me dice que debería concentrarme en el
tratamiento para dejar la droga y no en el control de la natalidad.
Pero el tratamiento es una lotería. Las mujeres lo siguen, dejan las
drogas, vuelven a las drogas y eso no les impide seguir quedándose
embarazadas».
«Si los demás tienen ideas y razones tan claras,
deberían fundar una organización que haga lo que ellos me dicen que
debo hacer. Yo me concentro en mujeres que son drogadictas y que se
quedan embarazadas repetidamente. Ese es mi objetivo», explica.